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viernes

Los Siete Samuráis


Habréis visto “Los Siete Samuráis” otras veces, con otras caras.
Por ejemplo: “Los Siete Magníficos”, “Los Siete Magníficos del Espacio” o incluso en “Bichos”…

Grandes versiones algunas de ellas, pero claro, compiten con el gran Akira Kurosawa y eso es un pequeño handicap. Una nueva obra maestra del director de la mano de su actor fetiche, Toshirô Mifune.

La historia es sencilla: unos campesinos contratan a unos samuráis para que les defiendan de unos bandidos que les atacan periódicamente.

La cuestión es que esta versión trata de las personas, no de aventuras. Hay grandes batallas épicas, grandes planificaciones, muertes heróicas y mucha acción (la batalla final es larguísima y está rodada con precisión milimétrica), pero la mayor parte del metraje trata de las relaciones humanas. De los campesinos entre sí y con el mundo. De las diferentes capas sociales. Trata sobre la situación deshonrosa que viven los samuráis; antes hombres nobles, gente de arte, de honor y de guerra, que ahora pasan a ser “ronin”, mercenarios sin señor. Trata sobre el hambre, la codicia, la envidia, el miedo, el fracaso y cómo los débiles utilizan su debilidad para vencer al fuerte.


Un compendio de sociología y psicología que sobrepasa los límites culturales para entrar en conceptos universales. Lo dicho, otra obra maestra.

Pero no quería hablar de eso. Lo que me ha fascinó de verdad de esta película es Toshirô Mifune. Un vendaval, un elemento desatado de la naturaleza. Ríe y salta como un fauno, como un bacante en plena bacanal. Una actuación sublime, emocionante y emocionada, que se come en la pantalla al resto de personajes, que puntualiza cada plano con su socarronería o con su inmensa comprensión del mundo. Un elemento entre capas sociales, un “outsider” que encajaría en todas partes y en ningún sitio. Que proviene de las castas más bajas y está moralmente por encima de las más altas. Un héroe desgraciado, borracho, victorioso e invencible. Sacrificado y egoísta.
Un alma libre.


Una papel escrito con maestría y que consiguió con Mifune el actor perfecto.
Aún se me ponen los pelos de punta al pensar en “Kikuchiyo”

He de mejorar mi japonés, jeje.
Domo Arigatou Gozaimasu, Sensei Kurosawa.
Domo Arigatou Gozaimasu, Sensei Mifune.



Yume

2 comentarios :

kuroi yume dijo...

jajaja
Tantas cosas por hacer y tan poco tiempo.

En este caso no lo estarías malgastando.

Anónimo dijo...

Te dejo uno de mis primeros post de mi blog, de forma muy primitiva claro como los actuales. Es sobre los siete magníficos jejjeejeje

http://draberracion.blogspot.com/2005/06/los-siete-magnficos-nuestros-siete.html

Kurosawa vaya crack