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domingo

Sitges 11: Mientras Duermes (Jaume Balagueró, 2011)

mientras duermes



En la que fácilmente podría ser considerada su mejor película hasta la fecha (al menos en solitario), el director Jaume Balagueró consigue con Mientras Duermes (2011) zafarse de todas sus limitaciones anteriores y construir no tanto una historia de terror al uso como más bien un excelente thriller que ahonda en la idea del Mal absoluto e inexplicable, un tema que el director ya había asomado en su primer largometraje, Los sin Nombre (1999), pero que aquí está sin duda mucho mejor llevado a cabo. Es esta una película, asimismo, que abandona gran parte de la estética filogótica de los trabajos anteriores de Balagueró (extensibles además a gran parte del resto de producciones del padrino de Filmax, Julio Fernández) y abraza por el contrario una estética realista y cotidiana de los viejos edificios de apartamentos del Eixample de Barcelona, algo que el director ya había explotado, evidentemente, en REC (2007).

Pero en esta ocasión el trato que se da a la historia es otro; la ambientación Barcelonesa es únicamente una excusa para construir una atmósfera inseparable del personaje principal, impecablemente interpretado por ese titán llamado Luis Tosar en lo que es sin duda otra actuación memorable. Su personaje es un conserje de comunidad con un gran vacío existencial y una incapacidad patológica para ser feliz, un genio del mal que sólo consigue satisfacción causando la miseria de los demás y que desarrolla una enfermiza obsesión con una joven vecina a la que hará el objetivo de un plan tan siniestro como elaborado. Es sin duda Tosar una de las mejores cosas de la película y razón por sí sola para verla, pero por otro lado no hay que desdeñar el efectivo trabajo de guión de Alberto Marini, un habitual de Filmax que ya se había encargado de otros trabajos como Romasanta (2004) o Para Entrar a Vivir (2006), esta última también con Balagueró y también ambientada en los horrores residenciales.

Las influenias del thriller polanskiano son evidentes, con referencias nada veladas a obras como Repulsión (1965) o El quimérico Inquilino (1976), pero sería un error destacar únicamente este factor referencial y no el trabajo de Balagueró en construir escenas de tensión realmente admirables como una angustiosa fuga de un apartamento, o toda esa gloriosa secuencia final que consigue precisamente aquello en lo que Los sin Nombre, al menos en mi opinión, fracasaba, y es adentrar al público en la idea del Mal absoluto e injustificable.

Este es uno de los casos en los que el término de "cine de terror" está un poco estirado, pero cualquier duda desaparece una vez que termina esta película. Si Balagueró conseguirá mantener este nivel con el estreno este año (esperemos) de la cuarta parte de REC es algo que todavía está por verse. Yo personalmente creo que sí.



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