La cámara flota elegantemente para reforzar el tono fresco y documental del film. Documental porque retrata problemas de comunicación, adaptación y madurez que cualquier persona de cualquier país del mundo podría estar viviendo.
La elección de una óptica con poca distancia focal hace que el espectador fije sus ojos en la baza importante del film: sus personajes. Personajes aunque por momentos estereotipaos, como creo somos la juventud de hoy día, permiten con sus matices que nos identifiquemos rápidamente con ellos. Personajes que ríen, lloran, se equivocan y aprenden.
Film austero, directo y sin pretensiones.
Planos secuencia muy largos, donde sobre todo las actrices, deleitan con un trabajo envidiable. En mi opinión solo comparables al mejor Kiarostami. Los diálogos son brillantes, el guionista ha demostrado tener un oído muy agudo, cualquier conversación o comentario es increíblemente actual, podríamos escucharlo en cualquier esquina o bar de nuestro barrio.
Lo peor de la sesión el interminable discurso del elemento que presentó la película, clase maestra de política: hablar mucho sin decir nada.
Lo peor del film el inagotable recurso de moda que consiste en unir cortometrajes con un elemento casi imperceptible. Las muchas secuencias en las que la acción se detiene, a veces de manera preocupante. Impresión de cortometraje alargado.
Película que recomiendo encarecidamente, es un rayito de sol en este océano de mierda que es el cine contemporáneo.
Marc Jardí.
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