Salva el Planeta Verde!

Pongámonos en situación:

Hemos oído hablar bien de una película. No sabemos muy bien dónde pero nos ha quedado esa sensación. También se han juntado varias sensaciones más; mucha implicación del vagaje personal, tendencias de gusto adquiridas, admiración por cierta cinematografía..., mezclado todo con unas ganas locas de ver cosas nuevas.

Así, nos plantamos delante de “una genial comedia”, “un gran éxito del cine koreano”, “una grata sorpresa”... Y nos estrellamos contra una de las más tristes odas a la locura y a la violencia que se ha rodado en mucho tiempo.

“Save the Green Planet!”, no es en absoluto una comedia, ni es una película de ciencia-ficción, por más que muchos (incluso el propio director) intenten hacérnoslo creer. Es una cinta brutal, dura, triste, ridícula, un ácido y afilado estudio de la mente humana en situaciones más que límites; un impecable ejercicio conspiranoico, increíble a todas luces, lo que la hace más trisite y ridícula aún, aunque también es sumamente divertida y entretenida, claro.

¿No es irónico que el director nos ponga en un nivel de entendimiento de la conspiración por delante del paranoico protagonista? ¿No es una falta completa de respeto por el personaje que le saquemos tanta ventaja?

Después de verla (en esas condiciones) no podía articular palabra. Es como si intentaran convencerte que una versión libre de “La Estanquera de Vallecas” mezclada argumentalmente con “Misery” y con las comedias ochenteras de explotación extraterrestre, es una película infantil.

¿Cómo puedes reírte delante de un pobre hombre, un infeliz, que ha perdido totalmente la cabeza y se cree un cazador de alienígenas? ¿Cómo puedes esbozar sonrisas delante de una de las más patéticas historias de amor y abuso que se han visto en el cine? ¿Cómo puedes disfrutar de la indefensión de una víctima a merced de la más cruel de las trastadas del más infantil de los hombres?

Pues el bastardo de Joon-Hwan Jang, el director de este juego de irrealidades, lo consigue. Ríes, disfrutas, sufres, y te avergüenzas de uno de los argumentos más sencillamente extraños y retorcidos. Una obra intensa, dura y emocionante, cuyo final, más que una vuelta de tuerca es justamente lo contrario de lo que esperas con ansias. Otra frustración más de una obra llena de esquinas oscuras, callejones sin salida y pequeñas ventanas que nos dejan ver una historia de terror por entre las cortinas de la casa del vecino.

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