El arrollador e impredecible giro en el último capítulo de la cuarta temporada de Sons of Anarchy me devuelve la esperanza en la humanidad de nuevo. O al menos me permite agachar la cabeza con un humilde “no somos dignos” delante de Kurt Sutter, creador de esta maravilla.
Y es que todo parecía ir abocándose a una tensión disruptiva sin precedentes. Se oteaba el final definitivo de la serie, y además a través de un gran estallido de violencia y su consecuente miseria. Y más teniendo en cuenta que SOA no funciona con el modelo Dexter de provocar una serie de inconvenientes, que se agravan a cada paso del protagonista, para desvanecerse catárticamente al final. Los personajes de Sons of Anarchy no retroceden nunca y la redención no es posible, y la trama estaba llevando hacia un enfrentamiento multilateral del que parecía imposible que nadie saliera indemne. Pero la maestría del señor Sutter guionizando y dirigiendo ese doble finale “To Be – Part 1 y 2” hace que esa única salida "incruenta" que encuentran (aún a costa de acabar con toda seguridad con su propio personaje Otto Delaney), sea el motor de un nuevo paradigma dentro de la historia y la mismísima jerarquía de los SAMCRO.
Pero lo mejor de todo es que ese giro se da justo al principio de ese capítulo final. No le es necesario esperar a la última escena (como lo que sucede al final de la tercera temporada, cuando el espectador es el último en sonreír al descubrir que es también el último en conocer el plan que han urdido Jax y su gente). Las cartas quedan sobre la mesa desde el inicio: y entonces no hay presión, sólo un lento y meditado lesser fer en el que los personajes se resitúan por su propia inercia en las trincheras que se han ido cavando y van aceptando que deben empezar a acomodarse en ese nuevo nicho.
Y es que todo parecía ir abocándose a una tensión disruptiva sin precedentes. Se oteaba el final definitivo de la serie, y además a través de un gran estallido de violencia y su consecuente miseria. Y más teniendo en cuenta que SOA no funciona con el modelo Dexter de provocar una serie de inconvenientes, que se agravan a cada paso del protagonista, para desvanecerse catárticamente al final. Los personajes de Sons of Anarchy no retroceden nunca y la redención no es posible, y la trama estaba llevando hacia un enfrentamiento multilateral del que parecía imposible que nadie saliera indemne. Pero la maestría del señor Sutter guionizando y dirigiendo ese doble finale “To Be – Part 1 y 2” hace que esa única salida "incruenta" que encuentran (aún a costa de acabar con toda seguridad con su propio personaje Otto Delaney), sea el motor de un nuevo paradigma dentro de la historia y la mismísima jerarquía de los SAMCRO.
Pero lo mejor de todo es que ese giro se da justo al principio de ese capítulo final. No le es necesario esperar a la última escena (como lo que sucede al final de la tercera temporada, cuando el espectador es el último en sonreír al descubrir que es también el último en conocer el plan que han urdido Jax y su gente). Las cartas quedan sobre la mesa desde el inicio: y entonces no hay presión, sólo un lento y meditado lesser fer en el que los personajes se resitúan por su propia inercia en las trincheras que se han ido cavando y van aceptando que deben empezar a acomodarse en ese nuevo nicho.
Justo cuando parecía que el MC (y la propia serie) se estaba acabando, entonces ésta nos hace un guiño y arranca de nuevo, renovada y con las fuerzas multiplicadas para encender los motores de esa nueva temporada que debe arrancar el próximo septiembre.
Lo que ha hecho esta gente no es un simple cliffhanger, acaba siendo un reset en toda regla.
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3 comentarios :
Ains, a ver si la veo... despues de Boardwalk Empire...
TARDAS!!!!
Se me acumulan las series, se me acumulan las series... pero a ver si le hinco el diente ya a la cuarta temporada.
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