Santini: La maldad es una llave, Claudia. Abre puertas. Sólo es cuestión de sintetizar.
RELATO CINECARTOGRÁFICO
¿Cuál es el significado del miedo? ¿Se puede generar de forma consciente? ¿Con qué recursos? ¿En qué situaciones? Sobre estas cuatro preguntas se contruyen los inicios de Jaume Balagueró como cineasta. Autor de fanzines y hombre de radio, en 1994 aprovechó su estrecha relación con los medios de comunicación públicos de la ciudad barcelonesa de L'Hospitalet de Llobregat para rodar su primer cortometraje, Alicia, en la antigua fábrica téxtil de Tecla Sala.
Ese magnífico edificio estilo Manchester de 1892, hoy en día convertido en la principal y más hermosa biblioteca y centro cultural de la ciudad, llevaba semi abandonado desde que se cerró la fábrica y pasó a ser de titularidad municipal en 1973, cuando se empezó a utilizar para usos artísticos y ocupacionales. Ese ambiente le sirvió para dotar de texturas sucias y oscuras, entre grandes ventanales hoy día todavía identificables, a esa historia terrible de maduración y metáforas sobre la edad adulta como parásito de la juventud. Para dotar de cuerpo a sus fotogramas, cada escena estaba llena de los pequeños detalles que acompañarán al director en sus siguientes obras: jaulas, máscaras de gas, hidráulica industrial, radios antiguas (su pasión por la radio siempre evidente en aquella época), y por encima de todo ello, la representación gráfica de una violencia desmedida hacia la inocencia. Sin duda, la marca de la casa. Curioso que en ese mismo espacio, un año más tarde, Marilyn Manson realizara una sesión de fotografías para la revista Popular Uno, reutilizando tanto el entorno como parte de los mismos elementos industriales del cortometraje. Aquellas fotos fueron unas de las más celebradas imágenes del Reverendo durante la promoción de su álbum Antichrist Superstar, un disco que narraba en tono apocalíptico la corrupción de un joven hasta convertirse en la superestrella definitiva, el Anticristo.
Esa misma fascinación por los recursos estéticos mórbidos que Balagueró encontró en Tecla Sala, se aprovechó en el mismo escenario para Días sin Luz, de 1995. Y volvía a ser necesaria, si no más importante, en Los Sin Nombre, de 1999, en la que un Balagueró ya en proceso de madurez, encuentra varias localizaciones magníficas en el entorno de Barcelona que se adaptan a la perfección a su estética. Éstos nuevos escenarios le permitían jugar con la crueldad, desentrañar el horror por el horror, y develaban que el verdadero interés del director era explicitar esa sensación finisecular de fatalidad, de ocaso, de locura religiosa, que era como una mancha oscura que nublaba el subconsciente de la cultura occidental en los últimos 90. En esta película, Claudia (Emma Vilarasau) va en pos de la secta sin nombre que raptó a su hija, y el camino a recorrer es terrible. Arranca en la fría soledad de su casa, dejada por la angustiosa ausencia de la hija, un apartamento en el centro de Barcelona que parece no tener nada de especial pero cuya portería y zonas comunes, en unos años se convertirán en el escenario balagueroniano por excelencia: el edificio Cedimatexsa en el número 34 de la Rambla de Catalunya. Por si no les suena, es la imagen que abre este artículo, llegaremos a él en seguida.
Desde aquí arranca un periplo terrible para los personajes, y para todo el equipo técnico de la película, porque las localizaciones que se usaron fueron los edificios abandonados con más leyenda y a la vez más desconocidos de Catalunya, empezando por el bellísimo Hospital del Tórax de Terrassa, un lugar encantado por su terrible pasado, y en el que tanto el elenco como los técnicos afirman haber pasado momentos de verdadero terror mientras rodaban las escenas de la sombra a final del pasillo, y la toma de la autopsia. El edificio de los años 50, con una tasa de suicidios tan increíble que lo ha inscrito en la leyenda negra del país, fue abandonado pocos años antes de rodar Los Sin Nombre, y en la actualidad se ha reconvertido en el Parc Audiovisual de Catalunya, transformado ya, con pleno derecho, en un autentico plató cinematográfico.
Igual de mítico, pero más inquietante, es el abandonado Hotel del Vallès, en la autopista C17, a la altura de L’Ametlla del Vallès, con sus sucias estancias y su ambiente malsano, donde, sin añadidos de producción, cobra verdadero protagonismo la fachada del edificio, el hall y la estructura de las habitaciones, llevando a Claudia a los límites de la resistencia en el terrible final de la película.
Aunque sin duda el escenario más inquietante que se usa en Los Sin Nombre es el Sanatori Marítim Antituberculós de Sant Joan de Déu, construido en 1929 en El Vendrell. A pie de playa, pero con una historia de enfermedad y muerte (casi la totalidad de los Hermanos de Sant Joan de Déu que lo regentaban fueron ejecutados a manos del bando republicano a los pocos días del alzamiento fascista) que había quedado impregnada en sus paredes. Curioso es que, desde 2004, es un hotel de gran lujo en el que tuve que dormir una noche por trabajo, y que, de forma aparente, ahora sí ha conseguido librarse de ese horror pasado a pesar de conservar su fachada y estructura de estilo racionalista. Fue una noche muy tranquila para mí, aunque tuve en todo momento presente la escena de Claudia registrando jaulas mortuorias y juguetes abandonados como atrezzo terrible. También fue inevitable tener presente el denominado estilo Balagueró, aunque evidentemente ya no aparecía por ningún sitio: viejos hospitales, monjas, enfermeras, instrumentos quirúrgicos antiguos, pasillos en ruinas, crueldad hacia la infancia, asbestos, alas de ángeles, azulejos rotos, madera quemada, viejas fotografías médicas, animales muertos, tonos ocres y sucios, y música de discos antiguos.
Pero volviendo a la capital barcelonesa, la película transcurre además por varios lugares identificables para aquellos de nosotros que nos movíamos en aquella década por el Barrio Gótico y la zona de Marina, ejemplos de esa sordidez familiar en la que pasamos nuestra adolescencia, como el desaparecido Taboo de la Calle Escudellers, o el inalterable puente sobre las vías de la Calle dels Almogàvers.
Pero existe un lugar que Claudia no vuelve a pisar en la historia, y el espectador paciente volverá a transitar algunos años más tarde. Y no es otro que el edificio donde vive la propia protagonista, donde su acosador la arrincona en una, hoy día, familiar puerta de madera con mirilla circular, allí donde reside el epítome de los escenarios balagueronianos a pesar de estar rodada a cuatro manos junto a Paco Plaza. Ese edificio en la Rambla de Catalunya que nombrábamos antes, que en 2007, en la película [Rec], estará en cuarentena, coronado por el ático de la demoníaca Niña Medeiros. Edificio clásico de la Rambla barcelonesa, obra de Josep Amargós Samaranch, con su puerta de forjado y vidrio, recepción para el portero, escalera de baranda de hierro y puertas de madera añeja, en el que el ascender una planta significa pasar de pantalla en el survival horror y, a la vez, descender un poco más en el infierno.
En [Rec]2 vuelve a aparecer, desde varios puntos de vista, incluso desde debajo, y sigue funcionando como un ente con espíritu propio. Personalidad de la que carecen tanto la sala de fiestas donde ocurre la boda de [Rec]3, o el barco de la cuarta parte, [Rec] Apocalipsis. Pero no importa. Siempre parece quedar el fantasma del edificio Cedimatexsa.
Todo funciona tan a la perfección en ese escenario semi abandonado en la vida real, que cuesta creer que no sea una escenografía proyectada al milímetro. Incluso en su fachada, a modo de frontón, un conjunto escultórico que representa a una mujer acosada por dos figuras masculinas que está siendo arrastrada hacia las profundidades por una tercera con facciones demoníacas, parece profetizar el final de la historia de Ángela Vidal, la periodista que protagoniza la película.
Una vez dentro, el espectador siente que ya ha entrado antes por esa portería. En Los Sin Nombre, claro. Y la puerta en la que vive Claudia es la misma que los bomberos tiran abajo en los primeros compases de [Rec], y el interior de ese piso, con ese pasillo ocupado por la asombrosa primera infectada por la Niña Medeiros, también lo habíamos visitado antes como el apartamento del doctor alemán culpable de las atrocidades médicas de la secta sin nombre.
Tan importante es ese edificio en la historia del cine de horror, que se ha convertido en un lugar de peregrinaje cinéfilo (sólo hay que buscar Cedimatexsa en instagram para verlo). Y el propio Jaume Balagueró no ha podido evitar recrearse, no ya en la cuarta de la saga [Rec] (la única dirigida en solitario por él), que toma otros derroteros marítimos, si no como lugar infeccioso y malsano en el que sucede Mientras Duermes. A pesar de que esta película de 2011 fue rodada entre Barcelona y otro lugar que, en un alarde casi circense, no es otro que los platós del Parc Audiovisual de Catalunya, conocido como el antiguo Hospital del Tórax de Terrassa. Aún así, el director deja poseer al nuevo escenario por el espíritu malvado del 34 de Rambla de Catalunya para transmitir toda una serie de sensaciones ajenas a lo que pasa en realidad, pero que oscurece el resultado de forma muy efectiva. Y de nuevo, algo a priori tan secundario como la localización, pasa al primer plano en el imaginario cultural.
Mientras Duermes, 2011
El mito infecta el celuloide, una vez más.
FICHA TÉCNICA
Nombre del lugar: -
Visitante: Alicia (Ana Luna, Elena Luna)
Fecha de la Visita: -
Situación: -
Dirigido por: Jaume Balagueró.
Dirección de Fotografía: Joan Babiloni.
Dirección de Arte: Jordi de Miguel.
Año: 1994
Nombre del lugar: -
Visitante: Claudia (Emma Vilarasau)
Fecha de la Visita: 1999
Situación: Catalunya.
Dirigido por: Jaume Balagueró.
Dirección de Fotografía: Xavi Giménez.
Dirección de Arte: Matías Tikas.
Año: 1999
Nombre del lugar: Edificio Cedimatexsa.
Visitante: Ángela (Manuela Velasco)
Fecha de la Visita: 2007
Situación: Barcelona.
Dirigido por: Jaume Balagueró.
Dirección de Fotografía: Pablo Rosso.
Dirección de Arte: Gemma Fauria.
Año: 2007
Nombre del lugar: -
Visitante: César (Luis Tosar)
Fecha de la Visita: 2011
Situación: -
Dirigido por: Jaume Balagueró.
Dirección de Fotografía: Pablo Rosso.
Dirección de Arte: Nina Caussa.
Año: 2011
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