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sábado

Sitges 2017: día 8 [Jueves 12]

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jueves 12

errementari

Errementari (Paul Urkijo Alijo, 2017)
Los cuentos populares sobre pactos con el demonio tienen una larga tradición en todas las culturas del mundo, y por su condición inicial de historias de transmisión oral, tienen muchos puntos en común en todas ellas. Pero en lo que sobresalen los cuentos demoníacos europeos es en su mala leche, y en lo fácil que se sitúan en el territorio de la crueldad. Por eso, que De la Iglesia produzca Errementari es una pista sobre lo que íbamos a ver, y no decepciona. Narrado como el cuento infantil que es, pero con el volumen de maldad subido al 11, sorprende que su apartado artístico sea tan sobresaliente (la fotografía y escenografía son de premio) pero se empeñe en representar al diablo de una forma tan cómica y naïf. Pero todo formaba parte del plan, como se demuestra en la excelente escena que sucede en las puertas del infierno, donde todo ese maquillaje de feria deslumbra por su variedad y exotismo. Que lo casero no le quite lo valiente, y Errementari acaba siendo una película enorme. salí encantado.



november

November (Rainer Sarnet, 2017)
Y de sorpresa en sorpresa. En la primera escena de November, un artilugio hecho de palos, cuerdas, herramientas oxidadas, y huesos de vaca, se mueve al límite de la pantalla de forma extraña. Poco a poco se descubre como objeto animado mágicamente, con voluntad, y consciencia, moviéndose de forma extraña. Es un kratt, y lejos de ser una excepción destacable en el universo del pueblo donde habitan los personajes de la película, es una mota de polvo en un contexto mágico en el que se mueven los lugareños. Viven en la metáfora, realizando rituales de ocultismo que forman parte de su normalidad diaria, despistando a la plaga ocultando la cabeza bajo unos pantalones, o engañando al demonio (otra vez), en su propio cruce de caminos, firmando el trato con sangre falsa. La voluntad de supervivencia relatada desde la picaresca nórdica, y la codicia inocente impulsada por la ausencia de necesidad. Y todo ese mundo inacabable de imágenes oníricas, mujeres lobo, y terrores nocturnos, ¿para qué? Pues para narrar una bella y triste historia de amor. ¿Para qué si no?.




fireworks

Fireworks, Should We See It from the Side or The Bottom? (Akiyuki Shimbô, Nobuyuki Takeuchi, 2017)
Este año me había propuesto ver el máximo número posible de películas de animación, y tenía algunas de ellas entre las imprescindibles del programa de Sitges 2017, pero Fireworks, Should We See It from the Side or The Bottom? no era una de ellas. Más que nada, porque no tenía ninguna información previa. Al final, esta comedia romántica adolescente con toques fantásticos (los personajes se ven envueltos en un torbellino de posibilidades que recuerda en muchos momentos (de nuevo) a Atrapado en el Tiempo), no es más que un buen entretenimiento sin mucha profundidad, cuyo único problema (relativo, en todo caso), es que la superposición del 3D sobre el 2D no acaba de funcionar. Y me temo que este es el drama del anime contemporáneo: no muchas de las películas que se realizan en la actualidad consiguen una verdadera experiencia unificada, quizá porque, ya de partida, cuentan con un director diferente para cada formato.




sesgo

Sesgo. Una Historia de Prejuicios y Golosinas (Marc Font, 2016)
Me apasionan los cortometrajes, y encontrarlos antes de un largo es para mí un placer (casi siempre, por las connotaciones y los diálogos que generan entre ambas ficciones). Por eso, no acabo de estar de acuerdo con la política del Festival de proyectarlos todos juntos en sesiones especiales. Y ojo, que sé que esta no es una opinión demasiado popular. Por eso es tan difícil, y tan desagradecido, ver cortos antes de las sesiones normales. No los espera nadie, y todo el mundo tiene prisa. Una lástima. En este caso, la película que la seguía era muy corta, y tengo la impresión proyectaron Sesgo. Golosinas y prejuicios para rellenar, y resultó una historia muy bien rodada y divertida. Dos niños van a comprar chucherías, y acaban aprendiendo el significado y repercusiones de delinquir, aunque de una forma muy poco esperada. No puedo compararlo más que con los cortos 360 del espacio Cocoon, pero este es probablemente el mejor de los que he podido disfrutar este año.



arder

Arder (David González Rudiez, 2017)
Al inicio de la sesión nos avisan: la película no tiene sonido. Entiendo que el resto de los espectadores sabía a lo que venía y nadie parece sorprenderse. Yo, que no había leído nada, me relajo y me dispongo al experimento. ¿Un largo sin audio? Pues ha sido una experiencia increíble y enriquecedora, ya que la experimentación se lleva a cabo a muchos niveles, tanto visual, como sónico (la ausencia de todo sonido consigue engañar al cerebro en muchas ocasiones, y éste rellena los vacíos de forma inconsciente). Y lejos de ser aburrida o aturdidora, acaba siendo apasionante. El planteamiento, una vez entendida la dinámica de la narración repetitiva en su forma, pero no en su contenido, es seguir el ritual de un sin techo, con un objetivo que él mismo narra a la cámara al inicio de la película (mudo para nosotros, con lo que el espectador es sólo eso, alguien que mira otra vida sin saber nada sobre ella) avanzando por estaciones vitales. Pantallas de un juego narrativo con una misión finales por nivel, en un sincrético y casi aleatorio deambular recogiendo objetos que utilizar en la siguiente fase. Lo siento atormentado, en un camino de expiación. La ausencia de sonido se convierte en un vacío que genera sinestesia, y los colores del virado cromático van por el mismo camino, sensaciones impactando desde los blancos y negros, rojos, azules o verdes. Hay un Q+A con el director, y le pregunto. Quería poner sonido experimental, de ruidos de ciudad, pero consideraron que mejor la ausencia. Quería dar un sentido a las vidas de los sintecho que se encuentra por Madrid, gente que se mueve por otros mundos, en el interior de sus mentes. La historia surge de esa desconexión con la realidad de la gente que vive en la calle, y el reflejo en la película es fabuloso.




blade of the inmortal

Blade of the Inmortal (Takashi Miike, 2017)
He hablado una docena de veces de Miike, y en todas, la tesis es más o menos la misma: dos películas al año, una de auténtica locura, la segunda menos extraña y con mucho más interés cinematográfico. Este año presentaba tres, y aunque no he visto The Mole Song: Hong Kong Capriccio, lo que tengo claro es que JoJo's Bizarre Adventure: Diamond Is Unbreakable - Chapter 1 es la loca, y diría que Blade of the Inmortal está a medio camino de las dos tendencias. No tanto porque sea seria y bastante salvaje, que lo es, si no porque es muy fiel al material original, cosa que deja muy poco espacio para la creación. Soy admirador del manga homónimo desde hace más años de los que puedo recordar, y hace poco también disfruté de la serie anime, con lo que tenía muchas esperanzas puestas en la versión de imagen real de Miike. Por eso ha sido una pequeña decepción. La historia sigue siendo perfecta, y película es cojonuda, no quiero negarlo, pero esperaba algo más. No sé qué, la verdad, porque es todo lo que se podría desear de una adaptación. Pero, a veces, cuando se cumplen los deseos, se destruyen los sueños. Con todo, si vd. es de aquellos que no conocen las desventuras del ronin Manji, le recomiendo que no lo dude, aprovechando que habrá distribución internacional.








yume

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