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martes

Oda al Cielo

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El castillo en el cielo” es mi película favorita de Miyazaki. Aún así, y sin ánimo de crear polémica, sigo pensando que “Nausicaä del valle de los vientos” es su mejor film. Pido disculpas a los fans de “La princesa Mononoke.”

El castillo en el cielo” es, como todas, un canto antibélico, solo que esta vez es mucho más patente. Casualidad o no, me da igual, en 1984 se estrenó esta película, fecha en la que Los Estados Unidos de América amenaza con una retirada de la guerra fría. En este film los ataques se realizan mediante bombardeos desde el aire. Miyazaki muestra así el alto poder de destrucción que tienen los enormes aviones bombarderos como el Goliat del film y el daño que pueden hacerle a cualquier ciudad. Nada más cerca de nuestra realidad, donde el combate cuerpo a cuerpo desaparece a velocidad de vértigo, dando paso a ataques desde el aire, donde el número de pérdidas de soldados en inversamente proporcional al de ciudadanos.

Una vez más, el adulto está encerrado en un mundo de codicia y destrucción, mientras que el niño mantiene la inocencia y pureza característica de sus films predecesores y posteriores.

La idea de un castillo flotante es terrible, puesto que invita a la soledad, al escape de un mundo donde todo se rige por las ansias de poder y dinero. Así mismo la idea del miedo impregna el film, puesto que hasta la isla tiene mecanismos de defensa poderosísimos, capaces de destruir el mundo en un abrir y cerrar de ojos. Por lo tanto, Miyazaki utiliza la contundencia a los que nos tenía acostumbrados, contundencia que ha perdido paulatinamente a lo largo de los años. Sus films hoy día, aunque siguen manteniendo una alta carga crítica, son más blandos en cuanto a sus situaciones. Parece como si poco a poco se fuera dando por vencido, como si se diera cuenta que no hay manera de cambiar esta sociedad. Parece cansado.

En “El castillo en el cielo” los planos están cuidados al milímetro y están llenos de detalles riquísimos. La banda sonora es de lo mejor que he escuchado en sus films y resulta curiosa la unión que hace de un mundo moderno y de otro que conserva reminiscencias del pasado, como pueden ser sus trenes y esos aviones que recuerdan a Da Vinci.

En esta película he vuelto ha encontrarme el que, según mi parecer, es el eterno problema de Miyazaki: sus diálogos. Sé que redundo, teniendo en cuenta la reseña que hice sobre la enorme “Nausicaä del valle de los vientos”, pero me reafirmo en pensar que sus películas no necesitan diálogos, pero si es del gusto del director utilizarlos, al menos debería hacerse una minuciosa selección de ellos, puesto que éstos pueden resultar molestos al oído, que es lo que sucede con los films de Miyazaki.

Miyazaki es uno de los pocos directores (teniendo en cuenta estos cientos de cineastas periféricos que no conocemos ni conoceremos jamás) de los que vale la pena ver todas y cada una de las cosas que hace. Su cine es reflejo de hombre maduro, que sabe lo que sucede a su alrededor y preocupado por un futuro que pinta negro.

Yo le descubrí hará un año y mi vida es más alegre en cuanto a que disfruto con sus films, es un cineasta genial. Pero mi vida también es más triste tras haberle conocido, puesto que esos mismos films que tanto me gustan, me vuelven impotente ante la sociedad.


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9 comentarios :

kuroi yume dijo...

Ya hemos hablado infinidad de veces sobre el tema, pero creo que los diálogos quizá sean redundantes e innecesarios como obra adulta, pero hay que tener en cuenta que es una obra dirigida también al público infantil (por muy maduras y discursivas que sean).

Y aún así, el indefenso niño españolito medio, delante de una pantalla gigante de cine viendo "El Viaje de Chihiro", no es capaz de decir otra cosa que no sea: "¿y ahora qué ha pasado?".

Imagínatelo sin diálogos...
jejejeje

Anónimo dijo...

¡Oh, capitán mi capitán! Gracias por el maravilloso fotograma que has puesto, me ha gustado mucho.

Estoy de acuerdo con lo que comentas, aunque ya me conoces, soy demasiado terco como para aceptarlo.

Si los niños se preguntan "¿y ahora qué ha pasado?" seguramente será culpa de los padres, que les queman el cerebro con tanto "Loonies" (o como diablos se escriba) y "Teletubis" (también o como diablos se escriba.)

¡Viva Tex Avery!

Salue.

Anónimo dijo...

Es que los niños ya no tienen imaginación, estoy de acuerdo con marc jardí.

Buen post

N.A.D.A. dijo...

Aun no siendo total adepto de la animación japonesa (y oriental en general), las peliculas de Miyazaki, como muchas otras de la zona, te obligan a concentrarte y a por lo menos investigar del tema, para mi son todo un desafio tanto visual como verbalmente.

Saludos

Liliana dijo...

Sólo he visto "El viaje de Chihiro" y quedé muerta de la envidia, porque los niños de ahora tienen esas pelis, mientras a mí no me quedaba más que ver las de Disney, que eran magníficas, pero les faltaba ese ingrediente un poco más oscuro que tiene "El viaje..."
Muy buen post, Marc.
Hermosa la foto que lo ilustra, Yume (el blog está fantástico).

Hombre Lobo dijo...

Pues fíjate: yo, como defensor a ultranza de "Princess Mononoke", pienso que precisamente los diálogos son parte de lo mejor de la película.

Aunque claro, cierto que a veces las imágenes son tan poderosas que sobran las palabras (tranquilos: no volveré a tocar más el tema de "Silent Hill" XDXDXD).

Mad Max dijo...

Me encanta tu artículo Marc.
Estoy de acuerdo que Nausicaa es uno de los clásicos de Miyazaki, con diferencia. Creo que es la que mejor resume toda su "obsesión" por dar a conocer la "crítica" despiadada a aquellos que no cumplen el "Tratado de Kyoto" entre otras cosas.
Castillo en el cielo es bellísima, unos planos geniales y una música muy bonita y adecuada a cada secuencia y acción.
Me gustaría dar a conocer el nombre "original" que es LAPUTA.
A los expertos literarios les sonará este nombre y es que es ni más ni menos que el nombre de la ciudad, país o castillo en el aire que salía en la novela "Los viajes de Gullyver" (o como se escriba).
El tema estaba en que ese nombre tiene, como ustedes sabrán, una sonoridad muy "mala", "peliaguda".
No sé si Miyazaki está cansado como dice Marc, pero creo que tampoco pasa nada si deja de lado el "mensaje" y nos ofrece imágenes tan bellas como las de esta película o las de la última: "Howl's Moving Castle".

Anónimo dijo...

Gracias por tu comentario Max. Como siempre, muy acertado.

Saludos.

Anónimo dijo...

Para mí que Miyazaki no se molesta en ocultar su desencanto en sus películas.

Mi favorita es "Porco Rosso", la obra más lírica del genio japonés. También de las más esperanzadas e irónicas (el héroe de guerra convertido en cerdo).

Miyazaki daría para tesís doctorales, el inabarcable.

He leído tu posteo sobre "El hombre que mató a Liberty Valance" (lamento no haber contestado antes, estoy en plena vorágine vacacional). Interesante punto de vista que no comparto.

"El hombre..." es una película más que especial para mí, de esas que traspasan términos y acepciones. Tal vez por ello suelo interpretarla de un modo más pasional que racional.

Aunque aún le quedaba algún western más por dirigir, es indudable que Ford dio carpetazo al género en primera persona. Y el mito del canto del cisne que por ser el último es el más bello se hizo realidad. Aunque sería estupido afirmar que ningún western de Ford alcanza la altura lírica que alcanzó aquí...

Creo que Ford fue más un notario, una voz en off que un personaje de la película. Pienso que de haber podído elegir habría tomado el papel de Wayne, mucho más cercano a su caracter, que el de Stewart. Incluso el personaje de Lee Marvin podría cuadrar en su inclasificable personalidad.

Por lo demás tu artículo es intachable. Por mucho que no comparta algunas de tus afirmaciones.

Como suelo decir, la cuestión principal de toda discusión no es la de imponer un punto de vista, sino el de hacer comprensible a los demás tu visión del asunto.

Dejo pendiente para mi vuelta el posteo sobre Kazan.

Saludos, Marc.