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lunes

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Antes que nada agradecer a la gente de Cine Asia por la invitación.

Tengo un pasado en Venezuela, país que jamás se ha clasificado para un mundial. En 1994 Brasil ganó el mundial en Estados Unidos, no diré la edad que tenía, pero era mucho más niño que ahora.

Recuerdo que salí a celebrar, con el resto de caraqueños la victoria de nuestro vecino. No le di importancia al hecho que no fuera brasileño, son suramericanos y eso bastaba. Era una excusa para celebrar, para sentirse alegres, para escapar de nuestras miserables vidas. Que vergüenza, nos creímos con derecho a emborrachamos y no hicimos más que apoyar a un equipo desde nuestros sofás. Salimos con banderas que en ningún momento habíamos sacado.

No me molesté en contar cuántas estrellas tiene porque no tenía importancia. Estaba en la calle, como un zombie, haciendo el gilipollas toda una tarde. Y eso bastaba.

Como seguidor de fútbol que soy, ahora mismo no sé si saldría a celebrar la victoria de un mundial, ni siquiera la victoria de una liga o una copa de Europa. Me da igual si el país es (o fue) el mío, el tuyo, el de al lado. Me da igual si soy el creador, fundador, presidente o ayatolá de dicho país. Y es Jafar Panahi el que hace que me plantee ahora esta cuestión. Es él quien ha hecho que hoy sea menos niño, y no porque mi reflexión y posterior decisión sea una cuestión de vida o muerte para este planeta, sino porque simplemente me ha hecho reflexionar.

Qué coño, nunca más saldré a celebrar por ningún país. ¿Cómo voy a alegrarme por la victoria de unas personas que defienden a un país como España?

Y repito, amo el fútbol y no tiene nada que ver con la alegría que supone en mí ver la alegría de jugadores y aficionados. ¿Cómo alguien tuvo el descaro de recriminarle a Chaplin que no fuera a la guerra? ¿Cómo yo voy a sentirme alegre por el logro futbolístico de España? Esta España que tanto me jacto de criticar. Esta España que roba, asesina y lo que es peor, maleduca.

Sí, que poca personalidad tengo. Pero coño, que poder tienen las imágenes claras y contundentes en nuestros pobres cerebros ¿o sabes tú cuántas estrellas tiene la bandera de brasil?


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6 comentarios :

Mad Max dijo...

Poco futbolero soy yo, si veo 3 o 4 partidos al año es decir mucho... pero ver una película, semi documental, de cómo unas chicas han de acudir a un partido de fútbol en su país, ataviadas de manera "masculina" porque las mujeres, en este país, no pueden acudir a un estadio lleno de hombres, es algo que hay que ver...
Vemos que las justificaciones de este machismo y separatismo sexual de las mujeres y hombres en este país se van disolviendo y cayendo por su propio peso, a medida que avanza la película...
Una película en clave de humor que no deja de transmitir la emoción de un partido de fútbol por personas que sienten pasión por su país y sus colores. Algo que, como el señor Jardí, no siento... debo ser un "apatria" pero es lo que hay...

Liliana dijo...

Estás hablando de un director iraní... de un cine que admiro como pocos. Autor de El círculo, no he visto esta película de Panahi. Quiero verla.
No entiendo esa pasión que se desata entre el público masculino cuando un equipo de fútbol (en el que cada jugador se embolsa un dineral por cada partido) gana un campeonato. No entiendo por qué apoyamos a esos once (que son más, ya sé... los del banco, entrenador y demás) que se enriquecen de la manera más elemental, de una forma desconsiderada, mientras más de la mitad del mundo muere de hambre o se rompe la espalda para ganarse el pan de cada día.
Yo no lo entiendo. Quiero ver esa película, a ver si por una vez leo un discurso sobre ese tema que sea para mí comprensivo.

Hombre Lobo dijo...

Bueno, más allá de la conección emcional que uno pueda sentir por un determinado equipo (es siempre el equipo, señor Jardí, no la bandera), ya usted sabe que el deporte es otra forma de adoctrinamiento. Y mire que de eso en Venezuela sabemos bastante.

Saludos.

Higronauta dijo...

¿Qué es eso del fútbol? ¿Se come?

Anónimo dijo...

La necesidad es la que nos hace apreciar las cosas en su justa medida.

No he visto la película, no sabría qué decir sobre ella. Como no sé que decir sobre un deporte que dejó de serlo demasiado pronto para convertirse en un espectáculo de masas politizado, que ha generado guerras, conflictos diplomáticos, asesinatos, violencia.

Amé el fútbol pero ya no. Sin embargo, recuerdo que viendo aquel documental producido por Elías Querejeta acerca de viejas glorias, por un momento volví a sentir respeto por él. Fue cuando vi a Pancho Puskas llorando en una sala oscura, mientras nombraba a media voz los nombres de sus compañeros de viaje en aquel mundial de 1954.

Saludos, Marc.

Anónimo dijo...

Camarada antártico... como siempre un honor leerle. Yo también le envío un saludo... esperando que se pueda comentar en su blog, que tuve unas palabras en la boca sobre su escrito acerca de Mel Gibson.