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miércoles

Bush bajo fuego

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Es imposible encontrarle un sentido a tanta violencia y sufrimiento. Aquellos cuyas vidas fueron segadas no hicieron nada para merecer ese destino. Simplemente estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado. Ahora se han ido -- y dejan atrás familias afligidas, y compañeros afligidos, y una nación afligida.

George W. Bush, Virginia Tech, 17-04-07




Guardaba este artículo para una ocasión que lo mereciera, o al menos, que viniera a cuento. Este es un momento como cualquier otro.







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Bush bajo fuego
Por: Nicolás Román Borré


"El arte no es un espejo que refleja la realidad,
sino un martillo que la golpea
"
Bertolt Brecht


El día que William Karel respondía los cuestionamientos de Canal + sobre el estreno en la pantalla gigante de su última película: "El mundo según Bush", en el mismo canal y unos minutos más tarde, Michael Moore recibía la Palma de Oro en Cannes por "Fahrenheit 9/11". Curiosamente, ambos artistas me dieron la impresión de ser fisicamente frágiles -a pesar de sus grandes dimensiones- el primero, sentado en una diminuta silla, miraba con asombro infantil las loas de un crítico francés respecto a su film, mientras que Moore, con mano temblorosa se tapaba la boca, diciéndole al jurado reiteradamente: "¿pero que han hecho ustedes?."

Estas dos obras tienen como temas comunes al Presidente de los Estados Unidos: George W. Bush, la relación personal con los Bin Laden y el interés económico oculto en la invasión a Irak. Pero sólo eso, las metas de los directores son irreconciliables, pigmentados con estilos particulares, nos arrojan a conclusiones diversas; si "El mundo según Bush" es rigurosamente sistemático y adherido al testimonio de los entrevistados, "Fahrenheit 9/11" es al contrario, una producción furiosa, picante a fuerza de ironía, que se ubica peligrosamente entre el panfleto y la genialidad.

Al constatar esa diferencia sustancial en las cintas en comento, surge entonces una pregunta que no es desconocida dentro de la academia, ¿cuál es la objetiva ética para el tratamiento audiovisual?. Problema bastante complejo, ya que bajo el rótulo "documental" se agrupan títulos tan disímiles como: "El hombre de la cámara" de Dziga Vertov, "Now!" de Santiago Alvarez, "Lluvia" de Jorins Ivens, "Nanook el esquimal" de Robert Flaherty, "Koyaanisqatsi" de Godfrey Reggio, hasta la genial "Isla de las flores" de Jorge Furtado, que incorporan elementos estéticos, políticos o sociológicos que alteran la concepción clásica de lo retratado.

De suerte que es bien difícil establecer una línea teórica para crear un documental, e imposible de mantener una postura totalmente neutral, en la aproximación finalista del estudio. Sin embargo, actualmente se establece una precisión sobre el género, diferenciándolo del reportaje informativo, y es el concerniente, al criterio u opinión que se adjunta a la investigación.

En conclusión, el punto de vista de los autores determina el sendero bifurcado que recorren, Karel, dinamiza el libro y ulterior guión del célebre escritor del diario "Le Figaro" Eric Laurent, para evidenciar que la ultraderecha cristiana a través de la fundación cultural "Heritage" y todos los asesores cercanos, dirigen verdaderamente el destino del Estado más poderoso del planeta; Moore por su parte, plasma su enojo desde la génesis, la ilegítima elección de Bush, el descaro del Congreso de ignorar las querellas de los diputados y las fuertes conexiones monetarias del grupo "Carlyle" con la Casa Blanca.


"Every time you drop the bomb,
You kill the god your child has born,
BOOM, BOOM, BOOM, BOOM
"
System of a Down

El centro de tiro es sin duda la cabeza del actual mandatario, pero cada uno selecciona armas diferentes, verbigracia, Michael Moore se solaza con las muecas previas a las transmisiones televisivas de George W. y con sus exageradas vacaciones; por el contrario, William Karel nos muestra a un Bush ingenuo, ostensiblemente manipulado, alcohólico arrepentido, fanático en la religión que profesa y sin programa de gobierno hasta los ataques del 11 de septiembre.

La película europea descubre un nuevo sueño americano: "si alguien con el talento intelectual de George W. Bush puede ser Presidente, cualquiera puede serlo en ese país", busca los secretos de la dinastía familiar y los desnuda, nos ilustra como Prescott Bush -su abuelo- se hizo rico con los nazis mientras su hijo peleaba contra ellos en la segunda guerra mundial, Bush padre, segundo al mando de Ronald Reagan, armó y financió a Sadam Hussein, lo dotó de armas biológicas y facilitó los ataques con armas químicas a las tropas iraníes y kurdas; por otra parte, indaga al personal de confianza y a reconocidos intelectuales, sobre la naturaleza de la crisis institucional. En contraposición, la cinta del norteamericano se lanza sin mesura en las hipótesis mega-industriales que lo obsesionan, asiste a una convención de primer nivel donde se discuten las repercuciones dinerarias de la reconstrucción iraquí y escudriña la incestuosa relación de los magnates árabes con la clase dirigente.

Ahora que está probado, que el intervencionismo mesiánico y bélico de los Estados Unidos, sólo responde a directivas de alto poder financiero, pareciese no tener sentido las criticas a dichos filmes, especialmente a Fahrenheit. Pero el problema no radica en lo que se dice, sino la forma en que se traslada al cine; siempre admiré el compromiso que Michael Moore imprime en sus producciones, él no se contenta con mostrar una problemática, sino que presiona cámara en mano para mutarla.

Por desgracia, en "Fahrenheit 9/11" comete graves yerros, olvida la responsabilidad que genera ser el cineasta de realidades con mayor éxito en los últimos años, que su trabajo también puede ser un arma de destrucción masiva y que lo que él realiza, influencia a millones de personas. A nivel de sintaxis, la narración tiene un equívoco gigante, intenta abarcar todas las categorías inimaginables que nutren la compleja sociedad yanqui, desbordando la claridad que debe seguir una obra visual; igual ocurre con el off omnipresente de Moore, ya que manipula sin reparo al público, además, el ritmo frenético de imágenes editadas, la deliberada ridiculización de las personalidades, y la música cuidadosamente seleccionada, llevan al espectador de manera inexorable a deducir los hechos según su óptica, creando un hueco conductista sin libertad alguna de pensamiento.

Es paradójico como el director estadounidense, cae en lo que criticó duramente sobre el poder alienante de la imagen, pervirtiendo la denuncia artística, por un compendio propagandístico que favorece las intenciones electorales del partido Demócrata. De esa forma, y a pesar del humor que sus comentarios inyectan, se convierte en el demonio que tanto combatió en el pasado, quemándose en el fuego que él mismo inició.



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7 comentarios :

Sr. Forfy dijo...

Totalmente de acuerdo, es que a Moore, Fahrenheit se le fué de las manos. O es su forma de hacer documentales, porque Bowling for Columbine tiene algunas trampas de montaje que huelen mucho (la ridiculización a Charlton Heston, p.ej). A mí me gustó el aporte de datos pero todo el sensacionalismo de su segundo tramo no funciona. Y su inmensa megalomanía empeora mucho el conjunto.

Hay que aplaudirle la valentía (y los millones que han puesto los demócratas), pero es otro manipulador como la copa de un pino. Seguro que el documental de Karell es mejor. De todas formas lo que yo valoro de Moore es que consiga algo en concreto (lo mejor de Bowling for Columbine fue su victoria sobre K-Mart, es un hecho conseguido, el resto son datos) y con Farehnheit creo que no consigue nada. Ya vimos los resultados...

kuroi yume dijo...

Pues parece que está preparando un "Fahrenheit 9/11 (y medio)"...

Al Ataque!

Higronauta dijo...

La imparcialidad, no se engañe, es un elemento anacrónico. Ese culto a la objetividad que se profesaba años ha, cayó en el olvido por mor de una (des)información y educación marcada por el componente ideológico, talmente los regimenes del siglo XX.

Y aunque tengo pendiente de visionar todavía Le monde selon Bush, coincidio en su crítica sobre don Moore. Informar, informa, pero es demasiado multimediático para gusto de un servidor. Calificaríalo como un showman que, de carambola, consigue transmitir ciertos (des)conicimientos, que como un documentalista per se.

Anónimo dijo...

No hace demasiado tiempo, pude ver los dos documentales consecutivamente en el plus. "El mundo según Bush", me fascinó. Recopila datos con un montaje elegante sin atosigar con ellos al espectador. El hecho de que Moore sea un hipócrita XXL (y esto es un hecho) no influye en que su "Fahrenheit 9/11" sea uno de los panfletos más lamentables que he visto desde "El triunfo de la voluntad". Su obsesión por marcar sus ideas a fuego le llevan a mentir incluso cuando expone datos ciertos. En cualquier caso, el estilo Moore marca tendencia. Es el sino de esta década: Sea o no verdad, haz que lo parezca.

Por cierto, Preston Bush es uno de los personajes más siniestros y menos conocidos que parió el siglo pasado. Y lo que es peor: está emparentado (la familia Bush) con la casa real inglesa. Si al final los Simpson tendrán razón cuando decían que la reina de Inglaterra pertenecía al consejo que gobierna el planeta en la sombra.

No puedo dejar de preguntarme porque 32 muertos de una tacada son noticia tan pesarosa si se producen en un país occidental y 800.000 en Rwanda -en apenas un mes- no son más que cifras olvidadas en un papel. Será cuestión de frecuencia y lugar, como decía Kundera.

Hombre Lobo dijo...

Confieso que solamente he visto un documental de Michael Moore (Roger and me), pero sí veía regularmente su antigua serie de televisión, "The Awful Truth", en la que ya exponía su estilo de denuncia/espectáculo. También se me hizo bastante difícil de tragar, aunque los problemas que haya tocado sean fundamentales. No olvidemos que, como ya nos mostró Al Gore, a veces la forma en que un mensaje está dado puede hacer bastante por pervertirlo, y de esta forma evitar que llegue.

Saludos.

PD: se me olvidaba que ya había visto algo más de Moore, la película "Canadian Bacon", que hasta la fecha es su única obra de ficción pura. Ignoro cómo se titula en español, pero es aquella en la que el gobierno de los Estados Unidos finge una guerra con Canadá para justificar su mala gestión económica (o algo así). La peli va de un pueblo de palurdos de la frontera norte que, azuzados por la noticia, deciden invadir el vecino país. Toma.

Hurtmyself dijo...

Cuando uno se posiciona de una manera tan clara a la hora de mostrar los hechos deja de ser un documentalista.
Al igual que pasa hoy en día en los telediarios y la prensa, al tomar partido, omitir datos y coger solo los que interesan a su causa lo unico que hacen es perder credibilidad, independientemente de que el mensaje, en este caso de Moore, sea mejor o peor...

La peli de Moore aquí se tradujo como "operación Canada", en otro simpatico giro de tuerca de los politoxicomanos traductores de titulos...

John Trent dijo...

Farenheit 9/11 fue un buen documental, mentiroso en algunas cosas (por manipulacion de personas, no porque no sea una triste realidad lo que cuenta) pero muy realista y acertado en otras. Al igual que Bowling for Columbine iba directa al grano, aunque aquella era bastante mejor en conjunto y mas interesante. Lo que sucede, quizas, con Farenheit 9/11 es que nos habla de algo que por aquel entonces estaba en boca de todos y no sorprendia en ningun momento. Es como ver un telediario policamente opuesto al gobierno actual donde se meten con el.

De Bush no hace falta hablar demasiado, no creo ni que se lo merezca. Es un borracho, y el tipo con mayor poder politico mundial, claro reflejo de hacia donde vamos a parar. Si hoy dia hay millones de personas que apoyan a seres como este o Hugo Chaves o Fidel Castro, podemos ir temblando porque el futuro se promete negro.