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martes

Sitges 2016: The Yellow Sea (Hong-jin Na, 2010)

the yellow sea

Con ésta hay que ponerse serio.

Cada año hay en este Festival de Cine una película coreana que deja una huella profunda. No hace falta pensar mucho para nombrar un buen puñado: Seom, Memories of Murder, OldBoy, The Host, I Saw the Devil o Bedevilled. Y la que ostentó ese título no en el ya lejano Festival del 2016 fue The Yellow Sea. En la presente edición hemos podido disfrutarla de nuevo, esta vez en el Brigadoon, y no decepciona. 

Y es que tiene todo lo que el fan de la denominación de origen "acción hiperviolenta sin armas de fuego" pueda esperar, pero sumando una historia de gran profundidad social sin los artificios de las últimas producciones chinas (Dream Home era interesante, pero sin duda excesivamente artificiosa) y narrada con el desgarro y solemnidad que caracteriza al propio protagonista. Y es ese punto el que da una fuerza inusitada a esta película, ese protagonista en constante persecución de una salida que no acepta como inalcanzable: ha decidido apostar a una jugada concreta, y no aceptará levantarse de la mesa hasta que se quede sin un sólo yuan que gastarse. Es un personaje tan bien perfilado que, en algún momento del metraje, llegan a describirlo como álguien al que por mucho que machaquen no se le puede tener lástima. Y no es porque no se pueda empatizar con él, es porque es un sujeto más que humilde pero rotundo, fuerte, que no parece necesitar consuelo a pesar de estar completamente desamparado. Y es que además lo está en una situación límite en todos los aspectos vitales, que no tiene otra dirección que tomar que seguir hacia adelante, ejemplificando tanto el drama de la inmigración ilegal, como la situación de los apátridas a causa de leyes fronterizas estúpidas y arbitrarias.

Pero no se crean, a pesar de la profundidad de ese periplo sin futuro de miseria y muerte, lo que más hace destacar a esta película (Corea nunca decepciona) es su concepción de la violencia, brutal y testosterónica, siendo lo más ejemplificador su ritualización del uso de las hachas en el entorno de dominación masculina, y su fijación con los personajes femeninos como simples receptores de una violencia muchas veces poco más que argumental.

Y todo ello coronado con una historia de odios cruzados y enredos que, como siempre, una vez desentrelazada por completo la trama, es resultado del más nimio de los catalizadores.

Si es que los celos y el miedo a perder al otro se pueden etiquetar como nimiedades...



yume

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