Todavía quedan Héroes...

Quiero apuntar dos estampas que reflejan muy bien cómo está el mundillo del cine en general y, más concretamente, el tema de las adaptaciones cinematográficas de cómics.


La primera imagen es la última secuencia (evidentemente, el siguiente texto contiene spoilers) de "Constantine", adaptación del celebrado personaje creado por Alan Moore, protagonista absoluto del cómic "HellBlazer". Tras vencer al mal ante todo pronóstico, y mostrarnos el final feliz de turno (esto es cine de Hollywood, ¿qué esperaban?), John Constantine (con la cara de Keanu Reeves en vez de Sting), el brujo, el vividor, el alcohólico fumador empedernido…, se redime (!!!)

Para los conocedores del personaje no creo que tenga que contar más. Para el resto, unas breves líneas. El viejo John es un hijoputa. Encantador, pero uno de los mayores malnacidos que hayan dado el mundillo de las novelas gráficas. Conocido por ser capaz de sacrificar las vidas y las almas de los que le rodean para conseguir sus fines cuando no le funcionan otros métodos. Ese es John Constantine.

Insinuada tangencialmente en la película (en bochornosa sumisión a la corrección política), esa dudosa moralidad de nuestro hombre queda como causa de su desgracia actual: no puede ir al Cielo, Satán irá a buscarlo en persona cuando muera para arrastrarlo al Infierno, y tiene un cáncer de pulmón terminal…

…y esa es la única maldad que vemos al Constantine cinematográfico. FUMA!!!!

Bien, dejando de lado fanatismos ciegos, resumir el personaje en esas rápidas pinceladas puede ser simplificar demasiado, pero al menos es efectivo. En el cine, ese "John Constatine light" funciona.

Pero quiero volver a la secuencia de la redención. Los malos muertos, los muertos buenos salvados y los vivos felices. Bien, perfecto… Además acabamos de ver a Peter Stormare como Satán. Trasunto del mal descejado de "Carretera Perdida" Genial!!!! Qué más se puede pedir?!!!!

Pues ver a Keanu redimirse (repito, esto es Hollywood, amigos!!).

Por una carambola más típica del cine de Jean-Pierre Jeunet que del cine de superhéroes, John se cura de ese cáncer, y además está un paso más cerca de que se le permita ir al cielo (bien por Keanu!!). Entonces, en la escena final, abatido por el esfuerzo, orgulloso por el trabajo bien hecho, mirando al horizonte esperanzado y blablabla, John Constantine se echa a la boca un chicle de nicotina.

Así, sin vaselina. John está dejando de fumar por la gracia de Dios…
(Oh!, Aleluya! Corramos a hacer lo mismo!)

Otra imagen.

Pongámonos en situación: Una nueva serie televisiva yankee llamada "Heroes" (si no la han visto, se pueden imaginar de qué va la cosa). A través de una excelente estructura dramática (el formato TV-series da para mucho de eso), de una maravillosa creación de personajes, y de un argumento sencillamente delicioso, nos vemos envueltos en una historia de descubrimientos personales y superación personal, de la mano de un grupo de gente que se va dando cuenta poco a poco de que no son "normales". Un grupo de gente que todo parece indicar que van a convertirse en los Super Héroes más reales de la historia del cine (en absoluta consonancia con "El Protegido" de Shyamalan).

Si bien no está basado en ningún cómic en concreto, la influencia es clara: Títulos formato comic-book, homenajes explícitos a la DC y a la Marvel (y a otras películas que se basan en ellas), incluso hay un personaje que dibuja cómics (y al contrario de lo habitual se le trata como un artista, no como a un mero pintamonas). Y es a este personaje al que quiero hacer referencia.

Pintor atormentado por el amor perdido, los plazos de entrega de la industria, y por el abuso de estupefacientes, Isaac Mendez (dejemos hoy el hecho de que una vez más sea un hispano el drogodependiente) descubre lentamente un poder tan aterrador como maravilloso. Bajo los efectos de la heroína, es capaz de pintar cosas que pasarán en el futuro. Y el resto de personajes necesitan que acabe de pintar ciertos cuadros!!!

He de decir algo más?


Este abismal salto entre conceptos tan dispares de lo que es difundible a través del entretenimiento cinematográfico, ejemplifica muy bien cómo están las cosas en el mundillo. Un (cada vez más pobre de ideas) cine comercial estruja de forma bochornosa excelentes ideas reutilizadas cientos de veces, confiando que las nuevas generaciones de espectadores acepten como buenos refritos infumables, por el mero echo de que no tienen la cultura cinematográfica suficiente para detectar que ya lo habían visto antes. Y además van despojando estas ideas de cualquier atisbo de impurezas, ya sean incorrecciones políticas o ligeras ofensas al buen gusto.

Y es, en cambio, en los formatos serializados donde hay osadía, donde están apareciendo las ideas originales, los buenos conceptos y estructuras novedosas. A través del trabajo de buenos actores, directores de renombre o en proceso de creárselo, y de grandes guionistas, es en estas series donde está el CINE actualmente.

Si bien el concepto "distribución de película de más de dos horas a sala de cine" está en proceso de extinción por méritos propios (altos costes de distribución, miedo a los nuevos medios, incapacidad para atreverse a proyectar un cine menos fácil y menos generalista, altos precios de las entradas, apatía del espectador ante malas salas y pésimos co-espectadores…), será sin lugar a dudas este tipo de producciones para la televisión (la que lleva amenazando sin éxito con acabar con el cine desde su aparición en los tiempos de los Grandes Estudios) la que acabará de apuntillarlo con sus formatos de calidad.

El Rey ha muerto, larga vida al Rey!

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