Sitges 2016: día 3 [domingo 9]

domingo 9


If Cats Disappeared from the World (Akira Nagai, 2016)

Si existiera una forma de hacer cine hipster a nivel espiritual, que no estético (ese filón ya está copado), If Cats Disappeared from the World sería un ejemplo perfecto de cómo hacer un melodrama siguiendo esa corriente. Pequeña, de detalles nimios y poco calado, de fotografía con filtros, de teléfonos móviles como puntal cultural, de cariño por los complementos, y de amor desmedido por los gatos, pero debo admitir que amable y efectiva en su puntería. Y es que la juventud japonesa, naïf y enamoradiza, se refleja perfectamente en esta metáfora fantástica creada alrededor de un treintañero que ha sido diagnosticado de un tumor cerebral, al que el demonio ofrece ir eliminando una cosa de la existencia a cambio de un día más de vida. Guiado por lo que va desapareciendo, siempre pequeños logros del mundo desarrollado, el joven va encontrando el valor perdido de los objetos que dan forma a su historia, y por supuesto de su propia posición en el mundo. Algo tonta, pero muy bonita y cálida, la verdad.

La Femme et le TGV (Timo von Gunten, 2016)

Hay historias reales que tienen magia. Sus protagonistas viven situaciones que, no por extrañas o curiosas, no pueden evitar dejar una sonrisa en la cara, y una brizna de esperanza en el ánimo a aquellos que las escuchan. Y a veces estas historias se cuentan en una sala de cine, y se hace muy bien. Y La femme et le TGV es un excelente caso de ello. El cortometraje protagonizado por una deslumbrante Jane Birkin, narra las extrañas aventuras de una panadera de un pequeño pueblo suizo, cuya única alegría en la vida es saludar al tren de alta velocidad que pasa puntual por delante de su casa dos veces al día. De repente todo cambia cuando el maquinista de esa linea de TGV se las ingenia para contactar con ella. Preciosa y muy divertida.

The Eyes of my Mother (Nicolas Pesce, 2016)

Incómoda y muy negra, esta historia típica del gótico americano, tira de la disfunción familiar para provocar angustia física y existencial en el espectador. Se puede apartar la mirada de este cuento de asesinatos heredados, pero la narración se queda dentro por su acertada fotografía en blanco y negro, su asfixiante escenografía y por las difíciles relaciones interpersonales que presenta. Una niña ve morir a su madre a manos de un asesino en serie en su propio hogar. Este suceso la marca sin remedio, pero al vivir en un entorno aislado, en un núcleo familiar muy cerrado, nunca llega a haber la esperada explosión y, en cambio, la sociopatía se va filtrando de forma lenta en la poco común vida de la familia. Desagradable y dura, pero una auténtica joya que debe ser paladeada con paciencia y cautela.

The Transfiguration (Michael O'Shea, 2016)

Historia nada convencional que narra desde un punto de vista muy neutro el proceso de vampirización de un joven en el difícil entorno de un barrio marginal de los EEUU. En todo momento, el punto de vista de la narración no pretende posicionarse sobre la posible certeza de ese proceso, y deja abierta la posibilidad de que sea una fantasía escapista y homicida del protagonista. Mientras nace un vampiro, el foco se mueve entre las historias que giran a su alrededor: perdedores, abuso, bandas, drogas, marginalidad, y la búsqueda de la esperanza en un mundo que parece no tener piedad. ¿Puede un vampiro sobrevivir en ese difícil entorno?

Kryptonita (Nicanor Loreti, 2015)
Con la presencia del director.

Es difícil hablar de esta película, sabiendo que ha sido un éxito comercial sorprendente en su país de origen, y habiéndola visto con paciencia y mente abierta a pesar de sus evidentes problemas. Para empezar, parte de una idea que no por curiosa no deja de ser un argumento muy débil: ¿qué pasaría si los súper héroes que forman la Liga de la Justicia de DC (Superman, Wonder Woman, Batman, Flash, Detective Marciano, Linterna Verde, y Hawkgirl) hubieran nacido en la Argentina actual? La tesis es que hubieran formado una banda de atracadores à la Robin Hood. Esto crea algunas situaciones divertidas, como la lucha contra un brutal remedo de Doomsday narrado en pasado como descripción de la leyenda del indestructible jefe de la banda, pero que nunca llegan a ser realmente graciosas, porque el tono de la cinta, pese a ser muy irónico y satírico, se plantea como un drama alrededor de la ya conocida trama de la muerte de Superman. Y hasta aquí sus bondades, porque todo lo demás raya lo horrendo. Aunque no puedo criticar lo incomprensible de sus diálogos, porque entiendo que forma parte de la comicidad del film, al poner sobre la mesa modismos y diferentes giros regionales que se me escapan por completo (hasta tuve que quedarme con los simplificados subtítulos en inglés para entender algo), es la estética estridente y la factura demasiado amateur de su diseño de producción la que no puedo dejar de lado. Poco, mal narrado y lejos de plantearse como una comedia, no puedo decir nada mejor de ella.

Museum (Keishi Ohtomo, 2016)

Museum me parece una de tantas oportunidades desaprovechadas de contar una buena historia, nacida en papel en su manga homónimo, que podría haber partido de su material origen y llevarlo un poco más lejos. Es ya un clásico la incapacidad de los mangakas de acabar de forma digna sus tramas, al perderse en hacer demasiado evidentes y repetitivas sus tesis, o simplemente en sobrecargar de filosofía y profundidad argumentos que con mucha más simpleza serían más efectivos. Y esto se agrava en los live action, ya que lo reducido de su tiempo de exposición (dos largometrajes, a lo sumo) hace que aún tengan que reducir más las tramas y apresurarse a explicar lo retorcido de sus conclusiones. Y Museum es un caso claro de eso. Una versión bizarra de Seven, con un asesino disfrazado de rana, no se merece una acumulación de finales absurdos, atropellados y bastante mediocres, y debería haber apostado por algo más explosivo y loco. Pero en todo caso, es una película muy entretenida para pasar una tarde emocionante y echarse unas risas.