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lunes

Sitges 2016: The Wailing (Na Hong-jin, 2016)

the wailing


El cine coreano que se suele ver en festivales internacionales tiene unas características evidentes, de las que hemos hablado aquí en infinidad de veces. Y entre la habitual tendencia al thriller o al horror, el éxito depende de la edición, pero el suspense suele tener mejor crítica, a causa del ya habitual menosprecio al fantástico y al terror. Por eso, The Wailing juega en un terreno complicado.

Su presentación y desarrollo son de forma clara las de un drama de intriga. La trama gira alrededor de una investigación policial de un caso al que rodean circunstancias extrañas: Cuando un extranjero misterioso llega a un pueblo al mismo tiempo que una extraña infección empieza a atacar a varios de los habitantes, se que desata el terror supersticioso. Y en su extenso nudo, se mantiene a raya todo lo sobrenatural con ciertos toques de comedia de tono muy oscuro, con lo que el espectador es incapaz de acabar de etiquetar o ver si los tintes fantásticos de la historia llegarán a desarrollarse o no.

Y tan confundido sobre las verdaderas causas de la infección como el espectador están los protagonistas, en el papel habitual de policías torpes pero decididos a proteger a los suyos. Y más cuando lo que les rodea va entrando desde el mundo de la superstición hasta el de la completa locura.

El director Na Hong-jin, autor de las aclamadas The Chaser y The Yellow Sea, lucha en The Wailing por encontrar un buen tono, y parece conseguir ser consistente durante el primer tercio de la película mientras se mantiene en un efectivo thriller cómico con puntos de violencia descontrolada. En ese momento, cuando se despliega toda la imaginería terrorífica, a causa sobre todo de la entrada en escena de la religión, el impacto es sumamente efectivo. Entonces arranca el segundo acto y hasta las actuaciones se descontrolan, el humor se vuelve físico, más grueso, y la trama se pierde incluso en escenas que no parecen tener otra función que jugar al despiste (habría que valorar la necesidad de jugar a los zombies). Por fortuna, todo vuelve a equilibrarse en el tercer acto, cuando se retoma y se resuelven las tramas del inicio. La historia se vuelve intensa y terrorífica, mientras la comedia se va diluyendo. Y todo cobra sentido. Cada una de las diferentes tramas acaban desembocando en lo que ya es con toda la intención una película de terror.

A la pregunta de si funciona un esquema tan particular como ese, la respuesta es sí. Como espectador desorientado, la comprensión tardía de todo lo que está sucediendo es algo incómoda, pero de ciertamente satisfactoria.


yume

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