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domingo

Sitges 2018: Apostle (Gareth Evans, 2018)



apostle


Por Ricardo Riera

Abordando esta vez algo muy diferente a sus dos entregas de The Raid, el director Gareth Evans trae la que probablemente sea su película más extraña hasta la fecha, y no porque sea inaccesible sino porque parece haber decidido meter en ella todas las ideas que se le han venido a la cabeza de forma simultánea. Es así como Apostle (2018) es a la vez una historia de fanatismo religioso, una aventura de época, un relato de heroísmo y un cuento de terror sobrenatural. El si la mezcla funciona es algo que dependerá en gran medida de cada uno y de cómo se sea capaz de asumir un trabajo de esta magnitud que parte, eso sí, con algunas desventajas, aunque con todo y eso es una película estimulante que merece mucho la pena.

Quizás por eso, por lo interesante de la historia y por el innegable talento y grandes ideas que hay detrás se hacen tan evidentes las carencias que la película ostenta y que uno decide al final ignorar: todo el argumento base del héroe fallido que parte a una isla de fanáticos religiosos a rescatar a su hermana tiene los toques de una aventura siniestra al estilo de The Wicker Man (1973), pero dicha comparación se revela como inadecuada prácticamente desde el principio ya que el componente sobrenatural no se encuentra tan presente en las vidas de este culto como en aquella cinta de Robin Hardy. De hecho, y esto es algo que me sorprendió sobremanera, el lado fantástico de Apostle es algo en lo que realmente no se profundiza a pesar de que se encuentra en el centro mismo de un argumento que prefiere explorar más la violencia del grupo de fanáticos y sus propios conflictos por el poder. Esto tiene la triste consecuencia de que la historia y mitología de la isla y los pormenores del culto que en ella habita parecen pasar a un segundo plano.

Lo que sí se ve beneficiado en ese sentido es la figura del protagonista y su misión. He leído muchas reseñas con opiniones encontradas acerca de la actuación del actor principal, Dan Stevens, a quien ya habíamos visto en películas como The Guest (2014) y que aquí hace un trabajo francamente extraño que por momentos parece desentonar con la ambientación de época de la cinta. Aún así, su actuación es algo que destaca mucho y por momentos parece transformarlo hasta el punto de hacerlo ver como una persona distinta a la de sus trabajos anteriores, con lo que el enfoque que la película hace sobre él hace que destaque más de lo que normalmente habría hecho. Su personaje encima tiene también una gran cantidad de matices y una historia previa que parece tener mucho peso y la cual, de nuevo, no es lo que se dice muy explorada.

Al final esos terminan siendo los problemas de Apostle: su multitud de ideas interesantes pero poco desarrolladas, sumada al estilo un tanto anacrónico de Gareth Evans (notable sobre todo en las escenas de acción) y el hecho de que algunos de sus puntos más atractivos como todo su lado de terror se dejan literalmente para el final de un metraje francamente pesado de más de dos horas. Todo esto daña, aunque no de forma irreversible, lo que sin embargo sigue siendo uno de los trabajos más singulares del año y uno que posiblemente no habría sido tan celebrado si sólo hubiésemos podido verlo en un cine. En este sentido, lo que terminó de revelarme el malestar que me había dejado ha sido algo que tiene que ver con las nuevas formas de consumir ficción que tenemos hoy en día, ya que este proyecto de Evans necesitaba la libertad que sólo puede dar una serie de televisión de diez capítulos que le habría venido muy bien, mucho más que un largometraje. Sin duda alguna hubiese sido una gloria.



yume

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